Domingo.
Me despertaron las campanas de la iglesia.
A quien se le ocurre salir de casa una mañana tan fría para ir a escuchar sermones?
El mundo está lleno de embusteros.
A los curas les encanta sobar las entrepiernas de sus jóvenes adictos, los hijos y nietos de sus viejas beatas.
Desde que existe el mundo la iglesia ha sido nido de pederastas y mentirosos y fanáticos terroristas.
Lo único bueno del domingo es que es un día de osio.
El cuerpo me pesa y tengo la cabeza embotada. Puedo quedarme así todo el tiempo: sin ganas.
Leo. La lectura me salva.
He dejado de pensar en la luz, es tan pobre. Es un reto ésta relación personal con el tiempo.
Hasta cuando seguiré aquí sentado? No lo sé. Después de todo, qué importancia tiene lo que yo haga?
Berlin. 07-02-2010
Por Luis Ruiz
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